Por un lado los mayores expresando sus saludos y por el otro, la nueva generación que se conoce. Peculiar situación que muestra la fotografía.
El cargonte bailando con los otros carguyocs, invitados y visitantes. Todos se divierten al ritmo del arpa y violín, instrumentos típicos con que se reproducen las melodías de nuestra tierra querida.
A pesar que en el campo no había luz suficiente, la caramuza o despacho continúa sin interrupción.
Las sonrisas y la alegría pintadas en el rostro de los concurrentes, reflejan el estado de ánimo existente en aquellos momentos.
Todos, sin excepción, se saludan y cuentan los avatares de sus vidas, recordando de paso, aquellas situaciones anecdóticas que marcaron sus épocas pasadas.
En alguna esquina del campo deportivo, jóvenes y señoritas que no participan del baile, en amena charla, acompañan a los mayores. Nadie se sentía aburrido en las fiestas que se realizaban porque había de todo y para todos.
Dentro de la ramada, observando y comentando las ocurrencias de esta reunión.
** Fotos: David Huamaní Urbano
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