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Los concurrentes a la última novena, adormitados por la comida caliente, los cocteles y el acogedor ambiente cerrado del recinto, parecen despertar repentinamente con los acordes de entrada de la cuadrilla de negritos.
Todos se ponen de pie y animados, se frotan las manos, se sacan las legañas y acompañan en su recorrido a los negritos; adiós sueño, adiós frío, esta fiesta ya se inició y algunos hasta se acercaron a las barras a pedir sus cervecitas heladas.
Danzando al compás del arpa y violín, los integrantes de la cuadrilla avanzan hacia el lugar donde se encuentra el trono de la Virgen.
Los negritos llegan hasta el trono de la Virgen, a rendir su pleitesía y pedir permiso para iniciar la presentación de su arte.
Una oración antes de empezar la fiesta, pues el sentimiento católico es muy fuerte en la zona ayacuchana de Lucanas; la Mamacha Cocharcas muy de seguro repartirá su bendición a todos los presentes. A un lado, el presidente del Club La Campiña, contrito, empieza a recordar sus mataperradas esperando la respectiva absolución...
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