
Mientras por la mañana unos rezaban, otros en la tarde continúan con la fiesta como sugiriendo que el show debe continuar; muchísimos años atrás, cuentan los viejos comuneros de acuerdo a la tradición oral, era común el que todas las fiestas se acompañaran al compás de la quena y la tinya o bombo, en ocasiones, el wakrapuko hacía su aparición.

Las personas encargadas de traer el chamizo y otras flores, se encuentran doblando la esquina de la Plaza, alegres preceden a la multitud que se ha sumado a las celebraciones; este período de la fiesta es festivo y jocoso, abundan las bromas pesadas y los golpes menudean por todos lados.

La comitiva encargada de traer el chamizo con los característicos burritos; detrás notamos un arpa y un violín, más atrás seguirán una enorme cantidad de personas trayendo el acostumbrado chamizo para la Mamacha Cocharcas, toda la calle Central se cubre de música, las avellanas o cohetes revientan en cada esquina y los bailes se realizan en forma de rondas; muchas veces los grupos antagonistas coinciden en la vía y empieza un forcejeo grupal, sea pecho a pecho ó cadera contra cadera, muy simpática la estampa costumbrista.

Los chamizos están ingresando a la Plaza; acompañados por casi la totalidad de la comunidad hacen su ingreso al ritmo de tambores, quenas, wakrapukos y conjuntos de arpas y violines. Jinetes con los caballos caracoleando escoltan la carga de chamizos, en esta parte de la fiesta, vuelan cohetes y camaretazos por doquier, señal para quienes aún no han acudido a la Plaza que ya es hora de participar.

Vistiendo a los negritos con los trajes de luces característicos antes de su salida; para esta tediosa labor se presentan personas conocedoras del tema secundadas, por supuesto, por amigos y familiares del carguyoc; tragos van, tragos vienen, poco a poco van armando las cintas multicolores.

Tremenda labor para aquellos quienes tienen que estar cosiendo a mano y colocando uno por uno las cintas que recubren el traje de gala; el ambiente en que se realiza tal trabajo es festivo, menudean las bromas y hasta las más recónditas anécdotas reaparecen; mientras por las calles las bandas y orquestas marchan tronando sus notas musicales, en este lugar reina la calma y paciencia propias de un santo o anacoreta.

Ya está, los negritos marchan por las calles acompañados por amigos y simpatizantes y su repectiva cuadrilla de músicos entre los cuales es infaltable el arpa, el violín, la marquia y el espadín. Los comuneros no pierden ocasión de brindar y dar rienda suelta a su alegría, tal como muestra este amigo ishuano.
** Fotos: David Huamaní Urbano
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