lunes, 4 de agosto de 2008

Septiembre 1997, fiesta de la Virgen (14)

Una oración en cada esquina de la Plaza de esta comunidad rural creyente...


Mientras por la mañana unos rezaban, otros en la tarde continúan con la fiesta como sugiriendo que el show debe continuar; muchísimos años atrás, cuentan los viejos comuneros de acuerdo a la tradición oral, era común el que todas las fiestas se acompañaran al compás de la quena y la tinya o bombo, en ocasiones, el wakrapuko hacía su aparición.


Las personas encargadas de traer el chamizo y otras flores, se encuentran doblando la esquina de la Plaza, alegres preceden a la multitud que se ha sumado a las celebraciones; este período de la fiesta es festivo y jocoso, abundan las bromas pesadas y los golpes menudean por todos lados.


La comitiva encargada de traer el chamizo con los característicos burritos; detrás notamos un arpa y un violín, más atrás seguirán una enorme cantidad de personas trayendo el acostumbrado chamizo para la Mamacha Cocharcas, toda la calle Central se cubre de música, las avellanas o cohetes revientan en cada esquina y los bailes se realizan en forma de rondas; muchas veces los grupos antagonistas coinciden en la vía y empieza un forcejeo grupal, sea pecho a pecho ó cadera contra cadera, muy simpática la estampa costumbrista.


Los chamizos están ingresando a la Plaza; acompañados por casi la totalidad de la comunidad hacen su ingreso al ritmo de tambores, quenas, wakrapukos y conjuntos de arpas y violines. Jinetes con los caballos caracoleando escoltan la carga de chamizos, en esta parte de la fiesta, vuelan cohetes y camaretazos por doquier, señal para quienes aún no han acudido a la Plaza que ya es hora de participar.


Vistiendo a los negritos con los trajes de luces característicos antes de su salida; para esta tediosa labor se presentan personas conocedoras del tema secundadas, por supuesto, por amigos y familiares del carguyoc; tragos van, tragos vienen, poco a poco van armando las cintas multicolores.


Tremenda labor para aquellos quienes tienen que estar cosiendo a mano y colocando uno por uno las cintas que recubren el traje de gala; el ambiente en que se realiza tal trabajo es festivo, menudean las bromas y hasta las más recónditas anécdotas reaparecen; mientras por las calles las bandas y orquestas marchan tronando sus notas musicales, en este lugar reina la calma y paciencia propias de un santo o anacoreta.


Ya está, los negritos marchan por las calles acompañados por amigos y simpatizantes y su repectiva cuadrilla de músicos entre los cuales es infaltable el arpa, el violín, la marquia y el espadín. Los comuneros no pierden ocasión de brindar y dar rienda suelta a su alegría, tal como muestra este amigo ishuano.

** Fotos: David Huamaní Urbano


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